el cielo de los toros
el toro no es salvaje, al contrario,
es un ser educado y cabal y correcto,
y exquisito y valiente y nada retorcido,
y cuando el acero le derrumba en la plaza
ante los ojos de tanto salvaje ineducado,
de tanta brutal mezquindad y bajeza,
su alma asciende limpia al cielo de los toros,
su alma asciende noble al cielo de los toros,
mientras abajo ruge ese circo de mugre,
de zafiedad y de lo más rastrero y vil
y oscuro y sucio y sin remedio
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